El Romancero viejo: Los romances que desde el S.XIV y
durante todo el XV produjo la inspiración popular reciben el nombre de
"viejos". Pero como todos no se originaron de la misma forma ni
ofrecen idénticas características, los estudiosos o los llamados romancistas
los han clasificado en dos series:
a) Romances tradicionales
b) Romances juglarescos
a) Romances
tradicionales: surgieron, como ya hemos señalado en apartados
anteriores, de la fragmentación de los "cantares de gesta". Su
estructura métrica así lo delata. Los dos hemistiquios del verso épico dan
origen a los versos octosílabos del romance y a su rima asonante en los pares. Su
temática habrá de ser la misma que la de los poemas épicos de donde procede:
"Infantes de Lara", "Bernardo del Carpio", "Fernán
González", "El cerco de Zamora, "El Cid", etc.
b) Romances
juglarescos: dado
el éxito que alcanzaron los romances "épicos-tradicionales" los
juglares compusieron otros muchos sobre temas épicos o históricos que eran
familiares al pueblo o sobre nuevos asuntos nacionales o extranjeros; también
compusieron romances líricos, sentimentales y amorosos. Don Juan Luís Albor, en su Historia de la Literatura
Española clasifica
estos últimos en: históricos, fronterizos, de los ciclos carolingio y bretón,
romances novelescos y líricos.
Entre los novelescos y líricos se
encuentran algunos de las joyas más selectas de todo el romancero como el de
"Yo me era mora Moraima/morilla de un bel catar, /cristiano vino a mi
puerta, /cuitada por me engañar...."; el del prisionero: "que por mayo era por
mayo..."; o el del Conde Arnaldos: "quien hubiera tal ventura/ sobre las aguas del
mar/como hubo el Conde Arnaldos/ la mañana de San Juan...". Muchos de estos
romances son obras maestras de la literatura universal por su sencilla y
trémula belleza.
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